El legado de Juana de Arco se ha extendido ya cuatro siglos tras su muerte. Se trata de una heroína nacional en Francia, y un símbolo de la Iglesia Católica Romana.
Conocida por sus numerosas hazañas y el fervor patriótico que levantaba su paso como “La Doncella de Orleans”, ha constituido un ejemplo feminista lleno de misticismo a su alrededor. Te presentamos hoy entonces…
Todas hemos oído al menos mentar su nombre. Pero acaso sabes, ¿quién fue en vida Juana de Arco?
Ella nació en el seno de una familia campesina acomodada cerca del año 1912, en medio de la Guerra de los Cien Años. A los 13 años comenzó a escuchar voces que más tarde reconoció como las de San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita.
Estas voces le persuadían en un principio de llevar una vida piadosa, pero más tarde, le indicaron que tendría un papel importantísimo para llevar al trono a un heredero francés.
Con 16 años, emprendió su viaje a Vaucoluleurs para conocer al Conde Robert de Baudricourt, quien comandaba una guarnición de armagnac. Allí le pidió permiso y asistencia para visitar al delfín, que se encontraba oculto en Chinon. A pesar de la negativa del conde, no se dio por vencida.
Al siguiente año regresó con el apoyo de dos hombres de posición noble: Jean de Metz y Bertrand de Poulengy. Esta vez hizo una predicción notablemente acertada, sobre un movimiento militar cerca de la ciudad de Orleans.
De este modo, De Baudricourt se convenció y le garantizó escolta para conocer al delfín. Tras cierto recelo inicial por parte del heredero francés, este puso a disposición de Juana un ejército, con el que libró Orleans del asedio inglés en 1429.
Su victoria motivó tanto a los soldados como a los campesinos franceses, les mostró una luz luego de tanto tiempo en medio del que parecía un conflicto interminable entre Inglaterra y Francia. Juana lideró las victorias en Troyes, Chalons y Reims, donde finalmente el joven Carlos VII fue formalmente coronado en presencia de ella.
Viendo su misión cumplida, pensó en retirarse del campo de batalla. Sin embargo, continuó a su pesar y fue derrotada en Paris y Copiegne.
Tras una espiral descendente en sus victorias militares, fue finalmente capturada en 1430 por las tropas de Juan II de Luxemburgo-Ligny, siendo vendida a los ingleses. Estos la juzgaron en una corte eclesiástica, en un juicio plagado de irregularidades.
La muerte de Juana de Arco ocurrió en la hoguera, cuando ella apenas había alcanzado los 20 años de edad.
Veinticinco años tras su ejecución, el Papa Calixto Tercero examinó su juicio, la pronunció inocente y la declaró una mártir. Fue beatificada en 1909 y canonizada en 1920. Como Santa Juana de Arco, es una de las santas patronas de Francia.
A pesar de ser un símbolo del feminismo en numerosas ocasiones, Juana de Arco, claramente, no fue lo que entenderíamos hoy como feminista. Ella actuó de acuerdo a la tradición religiosa que afirma, que cualquier persona excepcional no importando su nivel social podría recibir una llamada divina.
Desde Christine de Pizan, primera escritora francesa, hasta nuestros días, las mujeres la hemos percibido como ejemplo remarcable de una mujer valerosa y firme en sus creencias. Es así que el legado de Juana de Arco vive en cada una de nosotras de una u otra forma.
Esta entrada ha sido publicada el 23/11/2020 12:00
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